viernes, 26 de abril de 2013

YO, CONSUMIDOR.




YO, CONSUMIDOR.
Soy consumidor y publicista. A pesar de ser lo segundo profesionalmente, soy lo primero aunque a veces no quiera “consumir”. La profesión la elegí yo, y mucho de lo que consumo también. Pero es la atracción que la publicidad ejerce sobre mí la que me hace escoger ciertas cosas. Desde hace muchos años enamoro y me enamoran.
Cuando una señora, por ejemplo elegía un detergente de determinada marca en el supermercado, yo sabía que en su compra había algo de mí. Es que mi trabajo había hecho que se decidiese por esa marca específica. Puede sonar presuntuoso, pero sentía la satisfacción íntima de comprobar que lo hecho, estaba bien. A veces preguntaba y por lo general, las razones de compra se las había dado yo en un comercial. Era verificar que mi profesión funcionaba y hacía efecto. Como consumidor, inconscientemente a veces me dejo convencer. Si reacciono y pienso que estoy haciendo algo porque me lo sugirió la publicidad, me detengo. Cesa el efecto que debía ser mágico y termino revisando un mensaje, que por algo, en mí no funcionó.
La profesión no me ha quitado la costumbre de consumir y hacerlo inconscientemente con mucho: Coca Cola me refresca mejor, Track II de Gillette me afeita cada día y la busco en la bodega o farmacia negándome a comprar un sustituto. Si menciono estas marcas es solo porque llevo casi una vida consumiéndolas y como ellas sé que hay muchas más que llenarían de nombres este texto. La publicidad publicitaria bien hecha, bien planteada, tiene eso: funciona. Funciona incluso en quien conoce y usa sus secretos. Por eso, a veces me sonrío, porque encuentro tan buena la comunicación, que a mí me gustaría haberla hecho y cuando ni me toca, me da pena porque es como mirar a alguien que echa por el suelo la valla que iba a saltar.

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