lunes, 13 de mayo de 2013

LEER ES COMPRENDER Y NO SOLO MIRAR

LEER ES COMPRENDER Y NO SOLO MIRAR

Para que se comprenda un escrito, tiene que estar bien escrito.
Si hay una regla que no se puede saltar en publicidad y por lo tanto en comunicación, es que se debe escribir con claridad. Sin ese requisito no servirá de nada o de muy poco el esfuerzo que se haga. Digo esto porque los entreveros que uno a veces lee y quieren ser textos de avisos, instrucciones al público o textos impresos en bolsas de producto para “respaldar la compra”. Y digo “quieren” porque no llegan a cumplir su cometido: informar, explicar o motivar. Hace unos días en un producto que dice contener avena y lo dice en tamaño muy grande, subrayando lo saludable del cereal, pone en otra letra más pequeña que está elaborado en una planta donde se procesa avena o productos de avena. Es una advertencia, intuyo, prevista por la ley,  para quienes son intolerantes a la avena. Pongámonos de acuerdo: si compro un producto que me está diciendo que está hecho de avena, es innecesario que me avisen lo de la planta de elaboración. Si soy intolerante a la avena, no se me ocurrirá adquirir nada “contaminado” por ella.
Parece que quienes son responsables no leyeran lo que ponen y dejan al pobre consumidor en un limbo gaseoso y confundido.
También leí en unas instrucciones algo tan complicado, que parecía requerir de un título de ingeniería electrónica para entenderlo. Era muy simple cuando me lo explicaron. Siempre lo he dicho: ¡cuidado con el “lenguaje de cliente”! Es que el infeliz consumidor usa palabras sencillas y cercanas. No puede ser que el funcionamiento de una lustradora esté escrito como si fuera un manual de la NASA.
Podríamos seguir, hay múltiples ejemplos, pero pensemos siempre que si no nos ponemos en los zapatos del cliente, no lograremos nada.
imagen gafas

No hay comentarios:

Publicar un comentario